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El llorar de un crepúsculo
viene a mí estremeciéndome
con temblores de estrella
y rumores de fuente.
Palidecen las rosas...
Vagas incertidumbres
me cogen, lentamente,
y en su regazo me hunden.
Pienso en el desplorado1
amanecer de un
sueño
que refleja sin fiebre
la luna de un espejo...
1 Sic, p. 30.
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