III
Guirnaldas ambiciosas
se enroscan a mi cuello
y me hablan de
un undoso
vergel de pensamientos;
me arrastran a internarme
al ignorado oasis
donde el alma
revélase
sin pompa imaginaria.
Y entre un lirio, una rosa,
un cielo, una fontana,
abro
el cofre de oro
que mis sentires guarda,
dejando que se vean
las
alhajas que encierra
y si es que hay
piedras falsas
también1 lucirse puedan.
1 Sin tilde, p. 16.
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