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EL AMOR Y EL OLVIDO
 

XVI

 
Fue al morir el verano que daba paso a la estación que desprende la hojarasca marchita, la estación melancólica, la estación del silencio que ahuyenta las avecillas parleras, la que no trae retoños sino nieblas azuladas que como un manto de honda meditación nos envuelve.
 
Cierta tarde se encontraron el Amor y el Olvido; ambos iban con distinto rumbo: el uno, iba a dar calor a un corazón que se consumía en una playa lejana; el otro iba a calmar el ardor de otro corazón que amaba demasiado. Se miraron recelosos. El Amor, por la primera vez le echó en cara su traición y la obra de destrucción con que perseguía su causa. Discutieron acaloradamente. En la lucha, el Amor perdió los ojos y el Olvido las alas.
 
Intercedió la Mente Infinita: -Todo sentimiento debe existir, ninguno vale más que otro y sobre todo, todos se necesitan entre sí. Y ahora, en castigo de esta discusión,1 os obligaré a que no podáis2 vivir uno sin el otro. El Amor, que ha quedado ciego, trasportará en sus alas al Olvido, que perdió las suyas.
 
Hoy son hermanos, se comprenden y se buscan. El Amor va de aquí para allá: el Olvido lo sigue sin decir una palabra y eternamente se posa donde cae el Amor, que dulcemente le sonríe...

 
 
1 "discución," p. 126.
2 Sin tilde, p. 126.