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EL TIEMPO Y LA PRIMAVERA


VIII

 

Fue desleal el hermoso mancebo que entonó romanzas de amor al pie de la florida ventana de la hermosa hija del Sol, la Primavera. Ella lo amó porque en cada una de sus horas traía1 distintas inquietudes y distintos colores, lo amó porque dijo ser hijo de las musas y porque le supo decir que la amaba no amándola.
 
Era el Tiempo, que así se llamaba el mancebo, hermoso y sano. Ávido2 de placeres buscaba en las hojas verdes de la Primavera la esencia de vitalidad que podría3 llenar sus aspiraciones y rodaba, rodaba... sobre las horas estrechando aquellos retoños en flor y aquellas verdes hojas que eran el ornato más preciado de su amada.
 
No alcanzó a cristalizarse el ensueño de amor que forjó la Primavera. Ella debía4 dormir por algunos meses y quiso que su amado durmiera también. Él5 se lo prometió. Esperaría su despertar junto a los durazneros en flor, impasible a las caricias del Viento y a las languideces del Verano... Ella era su amada, la única que había logrado interesar su corazón...
 

*

 
En profundo sueño quedó la Primavera. El Tiempo la contempló dormir un instante casi imperceptible y como un loco atravesó los mares y los campos disolviéndose en las briznas pasajeras, huyendo vertiginosamente y sintiendo nostalgia de amor.
 
Juró amar a las hojas secas a quienes dejó también6 para cantar su cantinela de ensueño frágil al oído de las nieves que se ostentaban en la cima de las montañas.
 

*

He pensado en ti, espíritu sin nombre, en ti que has pasado como el furioso torbellino del Tiempo.
 
En vano desplegué galas; en vano se tendieron mis alas a las regiones del Misterio; en vano te llamaron mis labios temblorosos en la sombra...
 
Y mientras mi pensar se tiende por sobre las colinas del Ensueño, van murmurando mis labios como en un rezo profano hacia la larga espera...
 
Ven, aunque sea un instante. Ven, y trae contigo las rosas que me ofrendaste y perfuma con ellas antes de que ya no las espere, la infinita soledad de mi alma.
 
 
 
 
1 Sin tilde, p. 73.
2 Ídem, p. 74.
3 Ídem.
4 Ídem.
5 Ídem, posiblemente por mayúscula.
6 Ídem, p. 75.