LENGUAJE SIN PALABRAS
Venía escribiendo tu nombre en
hojas de amaranto,
tu nombre espada y cruz y océano de cadencia y tumulto marino,
cuando perdí la llave única,
entre reliquias, espejos, palomas y corazones rotos...
y ahora, escrito está en el correr de muchas aguas.
¡Salir del sueño, pisar lozas quebradas y arañas
que escriben los muros,
beber rocío amargo de albas despeinadas,
volverse como las monedas con
sello eterno en la espalda,
y después, de nuevo,
con tentáculos de alma enferma
ir acariciando la apariencia del mundo muerto y de la muerte!...
Sobre la idea el YO,
como oscuras hojas de yedra,
a pesar de mí misma1, a pesar del dolor variable de las estaciones,
construyendo realidades
indescriptibles, brotadas tan solo como
quitasoles sin historia,
en el regazo ardiente
de mi conciencia.
Monólogo
defensivo, gota de alma que cae desde
un telón de fondo,
piedra de río negro
y tardío entre azules cóncavos,
piedra que viene a caer y
a chocar contra mi esqueleto,
precisamente,
en este instante en que las ventanas
no existen.
Giro a la ribera de mi organismo,
porque las golondrinas escuchan mi pensamiento,
invadido y sangrante de aquella historia
de rosa de fiebre que se liquidan entre los labios.
Palabras que, por cabalgar la verdad,2
alcanzan la ficción y se anticipan, amargas,
a la verificación
de los olvidos;
(yo quisiera
llevaros por mis palabras,
que se hacen palabras entre las palabras,
y con las cuales voy
queriendo hacer este nudo
de cadenas e interrogaciones).
Detener
la marea, que inunda, sola y oscura,
encauzar el espíritu disperso,
aprender' a mirar cómo el águila es posible que mire lo invisible.
Cuando el dolor justifica el papel rojo,
ya es más del mundo y menos
del fantasma tenebroso,
que no habrá
de hundirse jamás en las tinieblas.
¿Habéis sentido alguna vez
el ruido en soledad hecho,
de unos recuerdos
humanos por las galerías,
esos pasos que a la hora del sol gotean luz, en los castillos
que no existieron,
y pasión frente
a los tableros redondos,
donde se incendian las pupilas más vencidas?
Mi paisaje por eso es negro:
cortinajes y academias pesadas de tiempo y alfombra polvorosa,
desteñidos sillones de azul muelle, tornasolados,
mariposas de eterno temblor, intactas, en donde el azahar no madura,
ritmo
entre la oscuridad y lo oscuro.
Describo mi trayectoria,
como música tibia, presencia, pena, pan de visita triste,
lágrimas
como uvas de sombra,
detenidas en el extremo
sutil de las pestañas,
¡cómo me apodero
entonces de la noche sorda,3
coagulada de nieblas!
Todas las horas asumen un solo color,4
una sola temperatura, una
sola cadencia, y un solo eco,
clavado
en las estrellas.
Por
eso, abro, también, la ventana
y mi mano,
como un pájaro celeste se equilibra, surge, aletea, cae,
trazando un círculo debajo del ciclo
y muere,
¡oh! como el símbolo secreto, abracadabrante y desnudo
de la obsesión
ramificada,
personalmente inútil, rota, extendida, con negras perlas de crimen.
El papel recoge tumultuosas visiones
que desmigajan la narración sin hilación5 aparente...
escudos que son letreros cavernosos
en una superficie incolora,
que van agrandando,
el volumen de la desesperación.
Vivo, quemándome,
vivo pisando cenizas ardientes.
El sol del Verano hiere mi piel contemplativa6.
El dolor es una flor de sombra7.
Y cierro la
ventana a las moscas de metal amarillo
que me golpean.8
Intermitente,
agobiada, presurosa,
salí de la niñez dolorida,
a la adolescencia atormentada, en donde el deseo
mordía la llama del deseo,9
y ahora: hijos
en faena.
"Había una belleza
de hogar claro, sano, florido de yuyos puros
y alondras,
pero un día la manchada,
se revolcó
en las auroras del tiempo
y asechó y
escarbó
y destiló un veneno de culebra sin título
en el corazón
del hombre:
la mentira cubría la estampa
pintarrajeada
de engaño."
Camina por aquí, por ahí,
la veo, la oigo, veo aquellos ojillos pequeños
debajo del dibujo trunco,
el ademán aceitoso de mulata,
la nariz pinchada,
por los dientes parejos de animal con dientes,
en los que quebraba
la sonrisa maldita...
¡Oh!10 tanta ceniza derramada por la satánica
ceniza,
pacotilla que enloda las altas montañas del sueño,
nuevo azul de
quimera, que emerge, nuevo,
y tu desamor a la siga de los manantiales,
¡oh! 11 girasol
frente al muro,
otros hongos,
otra aurora de fuego, con otros remotos
porvenires,
y tu recuerdo,
de codos en el balcón,
frente a frente al camino,
-racimo de aguas negras en clara agua de olvido.
TODAS LAS HORAS ASUMEN UN SOLO COLOR,
UNA SOLA TEMPERATURA,
UNA SOLA CADENCIA Y UN SOLO
ECO,
CLAVADO EN LAS ESTRELLAS.
Feliz canción fugaz anida en la ventana,
es el amor que llega de perfil,
realizando su estampa aguda,
audaz como
otras veces, sombra de sombras,
acurrucado en
mis rodillas, solapado, cruel, angustiado.
Recuerdos que debieron echar llamas, muriendo;
pero la hermosa
mentira, que es verdad,
crece su reserva
sentimental en los terrenos devastados,
aventados al vendaval.
Mi
manuscrito es claro, con los brazos abiertos,
como el cielo por la mañana:
"Ya estoy aquí, decías, de nuevo, yo,
adentro de ti;"
pero yo veía
tu cara y no tu alma,
y no podía creer que podía creer lo que miraba,
porque
estaba dividida en dos racimos,
de sol y sombra, en dos racimos dividida.
Y las
palabras se hacían plumas al caer
sobre
mi resignación de manantial herido.
Muchos
siglos que los ojos dormidos,
que son los míos,
guardarán tu ser cambiado,12
aquellas noches lúgubres de la Primavera que murió en Primavera,
llenas del
horror de tu delirio,
la noche ya doblada y ese
interminable coche
que te traía a través del espanto.
Lejanamente, en la inútil presencia
del pasado,
sonámbula, tratando de salir a la superficie de un sueño.
Nunca
ya habré de borrar el asombro
y el amargo y funeral sabor de lo indescriptible.
"Nuestro amor venía
de antes
y su tiempo debería haberse
medido
después de morir."
Sólo un presente
me invade íntegra,
¿dónde empezó
la verdad, esta verdad, y dónde13 la verdad tronchada?
¿comprendéis lo amargo de la juventud
que envejece el espíritu?
"Estabas confuso y oscuro, esperándola,
la inquietud de la culpa del
alma te hacía discontinuo,
te gritaba en el rostro, el bruto,
la llamaban tus involuntarios terrores,
y la sorda voz
del equivocado;
sin comprender aun, lo que comprendía, como se comprende el llanto,
yo te
miraba."
"Uncida a la puerta de la puerta,
sentía venir el horror
apretando el corazón contra el muro
que temblaba."
"Y
caí a la pasada de la desgracia,
porque
tiritaba la tierra de adentro,
herida en el vientre."
¡Qué extraña
la palabra "SOL," el Dios del mundo!
¡siento que resurges desdoblándote, entre tus estadios y ferreterías,
como si te miraras en tus abismos!
Escucho cimbrarse en lontananza
mis sueños rotos
-velas de un querido navío perdido-
veo los ruidos negros del viento,
absorbiendo los miedos, los muertos entre los cerezos,
y aquel ardiente
olor tibio de las abejas,
en el minuto en que mis pies
pudieran fotografiar lo último,
cuando los candelabros esmaltan la sombra...
1 Sin
tilde en ambas ediciones, p. 45 y p. 127.
2 Sin
coma en SYD, p. 128; coma en Oniromancia, p. 46.
3 Sangría
en Oniromancia, p. 47; sin en SYD, p. 129.
4 Sin
sangría en SYD, p. 129; con en Oniromancia, p. 47.
5 "Ilación"
en Oniromancia, p. 47; con "h" en SYD, p. 130, mantenemos la modificación en
tanto semántica.
6 Sin
sangría en Oniromancia, p. 47.
7 Ídem
en Oniromancia.
8 Ídem
en Oniromancia.
9 Punto
y coma en Oniromancia.
10 Sin
signo de exclamación inicial en Oniromancia, p. 48; SYD, p. 131.
11 Ídem
en Oniromancia, p. 48; SYD, p. 131.
12 Punto
seguido sin la consiguiente mayúscula
en Oniromancia, p. 49; SYD, p. 133.
13 Sin
tilde en Oniromancia, p. 50; SYD, p. 134.
|