MADRES CONTRA EL FASCISMO
La tempestad es negra, el viento es negro,
el huracán fascista desgaja las puertas, madres
de América;
son los tigres
de la jungla,
las serpientes arrastrándose
entre ciudades floridas,
es una lágrima
azul de ardida pólvora.
Pongamos
los fusiles en el hombro de nuestros hombres,1
defendamos los hijos acaecidos como rosas rojas
o amapolas,
defendamos el pan y la leche para sus vidas sin defensa.
Ya se ha enrojecido el diamante
de nuestro pecho
y el azahar de las entrañas,
por eso llevamos
en el cristal del espíritu un puñal escondido.
En los trigales de la democracia
arde el copihue del heroísmo
y el estruendo victorioso de los tambores americanos,
levantémonos junto a la epopeya de las multitudes
mezcladas al clamor de los
hambrientos de libertad,
frente a la presencia traidora del fascio.
Llamemos
a las puertas de las casas
temblando en
las calles como naranjos mojados
como huertas
inundadas de miedo en la oscuridad.
Habremos abrazado la tierra,
madres del mundo,
madres del trópico, del Sur,
de la pampa sonora,
con el anillo sin medida de nuestra desesperación.
1 Coma
en Oniromancia, p. 53; sin coma en SYD, p. 138.
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