LA AURORA CIEGA
Me ha traído rosas en una bandeja
de oro,
aquellas rosas
de Enero que no serán jamás las hermosas rosas de Octubre
y que son rosas.
Yo he echado mis palabras a esa redoma
de peces;
las he echado como quien echa arroz en agua blanda,
o flores a la
espalda de los pantanos.
Y como son palabras semejantes a las palabras de antaño,
a las que en tropel primitivo y poderoso como adolescentes
fieras,
cruzaron mi juventud.
Y como
tengo miedo de desconocerme,
las arrojé
debajo de las cabelleras del sol,
con locura, con miseria humana.
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