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El contacto dual de los aerolitos prófugos, (cascadas y cantigas rosas),
utilizando va su fiebre fértil en otras latitudes
de desastre y horquilla.
Cae una gota de sangre con pimienta y su germen quimérico
sobre el cadalso lívido del periódico que gesta
un ratón
como si desmantelara la meseta montada, uniforme,
y sus pedazos
de andrajo en surco de asnos y camellos.
Poseo piel de polvera de dama-duende con camafeo que ama en
danza de cierzos
entre la elevación híbrida donde algunas hebras rayaban
el alba,
separadas de la membranosa manada alegórica de hoy
sufriente entre los azulejos confundidos del antifaz, el
zócalo de un madero cruzado.
Otra botella por cigüeña grita realización a ansiedad pictórica;
la acústica del gimnasio incorpora su cilindro y su betún;
en el plato de greda
cosmopolita del paladar queda la nada;
Angélica Arenal1 compone los repollos
y las lechugas de todas las huertas del
mundo.
1 Angélica Arenal, última esposa, desde 1937, del pintor muralista mexicano
David Alfaro Siqueiros, hasta la
muerte de éste en 1972. Escribió el libro Vida
y obra de David Alfaro Siqueiros (México: Fondo de Cultura Económica, 1975).
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