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Con ojo absorto, vaso y plumas de cordura perpetua,
el yo revienta
sus zafiros1 de abstracción en pelotón y sin aviso,
mientras el vuelo escribe estrofas.
Siempre
el jardín espinudo, vertebrado,
yermo, idéntico en la voluntad ardida,
(balde entre los
balnearios abiertos de la madrugada y sus barrancas),
o las glorietas y criptas transitorias de los mártires.
Otra instancia a otra similar, atormentada de vallados,
otro dolor desencajado,
inmortal, desvencijado,
todo fundido en lo extranjero del árido problema
desgranado.2
¡Ventisqueros! y una mancha
tan extraña, cieno sinuoso, inabarcable,
posiblemente reliquias ardorosas,
intersticios, privilegios,
donde la misión de Bolívar, holló los fértiles extremos,3
nunca alimentando de tortugas la frase que se extingue en peldaños
sino el incendio permanente que ordena
lo invisible.
1 "záfiros"
en ASA, p. 209; sin tilde en SYD,
p. 219.
2 Punto
seguido con la consiguiente mayúscula
en ASA, p. 209; coma y mayúscula en SYD, p. 219.
3 Punto
seguido sin la consecuente mayúscula
en SYD, p. 219; coma en ASA,
p. 209.
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