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Arica y su castaño tricolor se aureola en llamas y lanceta.
Muro y reloj de lo vivido forjado en pretérito con higos enterrado.
El boceto del árbol en exclamación
piramidal de altar,
rompe la copla silvestre
de lo estacionario y caduco por astucia,
abolengo de vanguardia popular.
El párpado cerrado sin modorra y carretera
ataca junto a su ancla, sin
huella, en bancarrota de hiel,
enrostrando lo sedentario, generando con su estampa
de ajedrez
un soplo de sopor abismal de la retina en derrotero, intervalo
sobre
esas tierras sagradas, ásperas, de goma, de linterna,
soltando su girasol accidentado de o s c u r a s1 vegetaciones de asombro.
Bienvenido, Lenin, bienvenido, tú, vencedor,
con tu puño y quijada segura, aboliendo miseria, argumento,
ya conduces y niquelas con tu radiación deslumbrante, de
plan,
el vocablo flotante, enarbolado en disciplina,
maniobra
donde me estrangulo, absurda
de angustia provinciana.
1 Sin
espaciado en ASA, p. 186.
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