ESCENARIO DE MELOPEA EN ANTIGUO
Cóncavo, con estalactitas y estalagmitas,
todo blanco,
como el dedo de la mañana,
y un tapiz rojo, ensangrentado y repitiéndose,
donde mi zapatilla es una sola pepa de sandía.
Todo ojo se copia en los espejitos de mis uñas,
y mis brazos
caen, se levantan y caen otoñándose.
La palabra se hace mariposa de noche,
pestañea, gira, se detiene, abre su corazón de perla inopinada
y se prende a
un eco que rueda,
lentamente, desdoblándose,
persiguiendo su órbita,
como una cabellera de astro que se disuelve.
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