FORMAS DEL SUEÑO
Aquellos
grillos húmedos
que tocan su grito sólo
en los rincones,
de trecho en
trecho de la sombra,
y no se ven por pequeños y oscuros,
y porque
sólo son gritos,
así fue mi canción de tiniebla,
red interminable y que aún1 no abriga
mis manos y mis años.
Emoción
agazapada y especial
que saliera por debajo de las cosas,
rechinar de maderas carcomidas,
como quien frota en vidrios tibios con los dedos mojados,
estrellamiento de vajillas,
o largo, interminable rodar de ruedas,
llanto de niño,
estertor de mujer amante,
runruneo
de gato soñador.
Esas actitudes
que quiebran la luz
y se hunden en el perfume,
o se van salpicando
alas sobre aguas o musgos,
y se quedan, por último, mudas,
como un faro apagado,
aquí, junto al
lecho, mirando las almohadas pálidas,
las vitrinas multicolores de una sobrecama de
balneario.
Cuando
el cabello enrojecido
sube y se prende a las velas variables
que se internan en la incógnita
del horizonte,
cuando lo arrastra la
marea
y lo azota como cochayuyos alegres,
cuando sale
al encuentro de la tarde
y gira, y gira, y gira2 como mi anillo en un hilo azul,
entonces,3 bajo la capa oscura,
cruzo la ciudad sin equilibrio
y el ruido eléctrico
fatiga mi distancia.
Y como
han caído del techo dos arañas besándose,
han marcado en un hoyuelo de
luz
una mancha sin sombra roja.
Abro la ventana
hacia la noche afligida del puerto,
lejos,
muy lejos,
las sirenas de
los barcos invisibles,
y ese rumor sordo
que abraza4 y absorbe
la despreocupada
conciencia.5
¿Qué repercusión de astros
azota este balcón
suspendido?6
Mis
manos son transparentes
como pétalos de
flores rosadas,
pequeñas pajaritas de papel
que fueran a volar, de un momento a otro,
a merced del
viento brillante
que carcome
los cerros floridos.
Una
vez,
bajando la montaña,
lujosamente vestida
de helechos,
de cascadas imprevistas y nieves canosas
olvidé el principio y el fin de mi existencia,
el principio emocional frente a los fenómenos externos
y el fin de todo alborozo en el alma.
Bajo
la tierra donde ya su cuerpecito anonadado
levantó
los alelíes silvestres,
se acurrucan todos
mis sufrimientos;
nuevecita como flor de arroyuelo
cayó en el vértice fatal.7
Una
gota de tinta amarga y enorme
se agranda sobre
el pavimento.
Entre el cielo y el mar, nada,
sólo un polvillo de aguas
claras y livianas,
un canasto de violetas
y la altivez escarlata del crepúsculo!8
Mástiles,
flechas de humo,
cementerio de caracoles,
armonía de algas navegantes.9
Yo,
más allá de los continentes sumergidos,
más allá de la nebulosa que la cubre totalmente,
más allá
del asombro de su agonía,
más allá de
sus quejidos extraviados
en la noche última.10
Toda la luz rosada caerá de sus
manos
y mi corazón ahuecado se llenará de su sonrisa,11
como la inmensa greda
que contiene los océanos.
Mis
brazos han caído muertos
a lo largo de mi figura
de setenta líneas dispersas,
porque no tengo brazos como
velámenes transitorios,
ni como alas
de golondrinas caminantes,
ni como campanarios festivos,
son anclas,12
que se han ido al fondo
del mar...13
Hacia
un abismo que se viene abriendo
como un lirio morado y muy grande
me arrastra el peso de ellos
que no se han levantado nunca
como los árboles.
Paseo
mi mano amarilla
trizada de luces abstractas
por mis cabellos de vieja-niña, entumecidos,
y siento
piedad, piedad de madre
que espera envejecer sus parientes
y aún espera...14
Maduró
el estampido de la montaña,
y la tierra herida
se queja como una parturienta.15
Últimos16 días, días de escarcha y de penumbra,
largamente, largo sueño
sin medida,
cuerpo de felpa y de blancuras
quebradas,
abatimiento de la carne quemada y polvorienta.
Jugo
de muchas frutas en los labios áridos;17
fotografías de auroras y crepúsculos
en los ojos humanos,
margarita de fuego prendida
entre los senos
esta angustia que nace, se agiganta y se agota.18
¿Dónde,
desde qué abismos de incertidumbre
sucede este desdoblar y desdoblar de los
horarios
con un deseo interminable
de abrazar el candor morado de la suerte?19
Recuerdo que el abrazo infinito
nos hizo más prudentes y más callados,
diez años vagabundos, emigrantes,
poblando de almas la curva poderosa del mundo.
En
la ventana abierta adentro
de aquella mujer honesta,
van cayendo, una a una, las amapolas guillotinadas,
como lágrimas de sangre seria,
como mariposas en los trigales del tiempo.
Ah! querido,
cómo20 miras todavía
con tu vieja ternura sin tiempo
el montoncito de mis medias,
esas palomas negras,
agachaditas, que se quisieran ir.
Hacia atrás los espejos quebrados
y el aceite derramado de mi alegría,
sonrío con la sonrisa de trigo maduro y simple
que a veces sorprendo entre los labios rumorosos
de mi hijo más chico.21
¿Dónde ha quedado mi vida?22
Sobre aquel violín de los caminos,
sobre aquel musgo hecho de briznas de cansancio
encerrando a aquellas aguas.
Cantero triste, mi corazón
golpea piedras noche
y día,
amontona arenas y tierra de oro.
Caminaba
el tren por los cerros,
meciendo su talle de culebras,
yo era vaivén, fragor y alegoría
y los árboles eran como venados que corriesen
con sus bosques de Invierno23
en las sienes desamparadas;
cuando los molinos a la distancia
se hundieron
en mí misma,
me llenaba entera de recuerdos:
pensativo, alto, dibujando banderas,
bulliciosas,
inquietantes,
cubriendo con cariño la ingenuidad desnuda de sus muñecas
y el más chiquito
con su boquita de durazno
diciendo lo primero.
La agonía arrebolada,
las gaviotas aletean bajo el ala de mi sombrero
y crecen los
días lejanos,
la recién casada,
los veranos
cargados de frutos y de luz
y aquella tarde
en que subimos la colina del cementerio
y parecíamos
una acuarela de montañeses españoles,24
la mantilla negra hacía más agudo mi estilo
y más violetas las ojeras recientes.25
Y él con
su modo de barco
que iba subiendo,
hundida
la mirada de diamante
en la aldea como gallina clueca
echada a la orilla del pretérito.26
Viejas iglesias olvidadas,
viejas iglesias derruidas27 con campanarios sin campanas,28
paredes con yuyos y lagartijas,
cristos de madera rancia
oliendo a tía
vieja.29
Arrodillada,
volteando el corazón calcinado.
El
río en las leguas, las piedras aventureras
y esos caballos muertos que cruzan
el oriente
chapoteando las aguas heridas,
y nosotros, arrojando
naranjas
que hacen ruido hondo
como pájaros
que caen en la noche desde lo alto.30
Canta el agua en los cuerpos desnudos,
y la voz habla
en la garganta,
el signo de las campanas parece envolvernos en alas,
fiestas de mosquitos
bajo el último quitasol del día.
Y luego el mar,
tan azul,
azul como la jarra en que bebo agua
de mañana mirando las rositas rosadas.
Se
alargan los tentáculos de mis dedos
como sombras de torres inmensas en la nada.
Amaneció a la otra orilla del mar,
un cántico de amargas gaviotas
ojerosas31 salpica32 mi biombo,
se desprende la cáscara sumisa
de mi mirada.
De
espaldas sobre la colina
los vientos-cuervos
jorobados
devoran mis entrañas.33
Ni un signo negro,
ni una luz crucificada en el espanto,
alteran el sonido
de la madeja de mis cantos estáticos.
Va y viene la ciudad,
las vitrinas y los automóviles,34 más aprisa
segundo a segundo.
Gusto los helados
y esa placidez de huerto
de la horchata
bañando los labios futuristas.
Cansancio
de mi cuerpo,
cansancio blanco,
yo te llevara a los desiertos donde
la mirada se abate,
donde nada se muda sino la arena por la arena;
yo te llevara sobre el canto de
un barco,
mar afuera,
siguiendo la nube vagabunda.
¿Quién dijese que aquella luna
redonda y risueña,
colgada del cielo
semejante
a una medalla,
fuera la luna?35
La luna
del ahorcado en el farol postrero,
la luna de los melenudos de antaño,
aquella que rodó como una moneda de oro
alrededor
de mi cuna?
Palabras
que horadan la muralla del tiempo,
que aun cuando todo haya sido
guardarán mi
voz deshilachada.36
Me rompieron el alma esmerilada y rebelde.37
Semilla
en las tierras harnereadas
de las pupilas
que no podrán mirarme.
Cuando
la apariencia dormida
de mi lengua -antena del silencio-
allá en la 7ª Avenida,
a la izquierda,
en el nicho Nº 13,
mantenga el orden cronológico
de los sepulcros,
el lastre inútil
de las palabras
hará que el abejorro
ciego de mi poesía
runrunee flojamente sobre mi polvo
entumecido.
Voy hacia la
nada,
allá donde la mirada toma
el aspecto de los astros,
allá donde
las manos no tienen tacto,
y sin embargo se es todo ojos,
voy
hacia la nada,
romperé el hielo, abriré la sombra sonora,
despeinaré al guardador de los abismos.
Risa maldita
que surges de mi adentro,
risa sin
hondura, risa estéril,
vuélvete hacia la pared,
abarcadora,
en este instante, hora en
que todo se ha perdido,
río como las
teclas amarillas
de un piano vencido.
1 Sin
tilde en FS, p. 7.
2 "y jira, y jira,
y jira" en FS, p. 8.
3 "entónces"
en FS, p. 8.
4 "abrasa" en FS, p. 8.
5 Sin
espacio estrófico, guardando la sangría, en FS, p. 8.
6 Ídem.
7 Ídem,
p. 9.
8 Ídem.
9 Ídem.
10 Ídem,
p. 9.
11 "sonris"
en FS, sin coma, p. 9. Error tipográfico.
12 Sin
coma en FS, p. 10.
13 Sin
espacio estrófico, pero guarda sangría, en FS, p. 10.
14 Ídem.
15 Separación estrófica en C, p. 59. En SYD guarda la sangría, p. 35.
16 Sin
tilde, por mayúscula, en FS,
p. 10.
17 Sólo
coma en FS, p. 11.
18 Sin
separación estrófica, pero guarda sangría,
en FS, p. 11.
19 "muerte"
y no "suerte" en FS, p. 11.
20 Sin
tilde en FS, p. 11.
21 Separación estrófica en C, p. 60. Habiendo
sangría, preferimos mantener
la separación. Sin separación
estrófica, pero guarda sangría, en FS, p. 11.
22 Sin
separación estrófica, pero guarda sangría,
en FS, p. 11.
23 Comienza
con minúscula en FS, p. 12.
24 Punto
y coma en vez de coma en FS,
p. 12 y lo mismo en C, p. 62.
25 Sin
espacio estrófico, pero guarda sangría en FS, p. 12.
26 Separación estrófica en C, p. 62. Guarda
la sangría en SYD, p. 38.
27 "derruídas"
en FS, p. 13.
28 "campan"
en FS, p. 13, y desparece la coma. Error tipográfico.
29 Sin
espacio estrófico en FS, p. 13, pero guarda sangría.
30 Ídem.
31 Corte
de verso en FS, p. 13.
32 "sal
pica" en FS, p. 13.
33 Sin
espacio estrófico, pero guarda sangría en FS, p. 14.
34 Corte
de verso en FS, p. 14.
35 Sin
espacio estrófico, pero con sangría en FS, p. 14.
36 Ídem,
p. 15.
37 Ídem.
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