SANTIAGO CIUDAD
A tus orillas cantan aún las ranas azules,
sin embargo en tu corazón la multitud busca ritmo
con ese acento eléctrico, ardido y cosmopolita del avión en vuelo.
Ciudad
americana, atrevida y triste,
te ciñe
un cerco alto, desde donde te cae
aquel influjo blanco y boreal de las nieves calladas.
Torres como llamas, rascacielos que iluminan la
tarde,
avenidas hacia el horizonte,
plazas amorosas, campanarios de ayer,
alegría de fuentes italianas, estupefactas, erguidas aguas inocentes,
que columpian
una ley que tiembla,
aguas de atardecer
republicano1
armonía del mar,
disminuida,
para los hombros de las mujeres rubias,
para las piernas
escolares de los niños.
Hacia
los barrios que se multiplican ingenuamente
avanzan
las gentes preocupadas, presurosas
de la propia vida.
Repercuten los tranvías por los
puentes viejos de la Recoleta,2
y allí, a la virtud de las Iglesias y las casonas vastas,
sentimos aún en las pupilas de las rezadoras atávicas,
abalorios y sueños, mezclados a un niño-Dios, de esperma sonrosada.
Ahora
se asciende con el corazón sencillo y sereno,
el hogar recóndito, el nido de cada uno,
perdido
entre las abejas
y los parronales de Pedro
de Valdivia,3
Ñuñoa,4 El Nido, como en las palomas, las hormigas o los
no-me-olvides.
Parque,5 Quinta,6 Alameda de las Delicias,7
la bella e incierta
peregrinación del espíritu.8
San Francisco,9 casa del Mito,
no interrumpe el poema,
que se perfuma a sus pies, por ese ramo eternamente vivo de las azucenas aldeanas;
Santa Ana,10 en cuyos pórticos jugaron los abuelos y las golondrinas de antaño,
y se bautizaron
las muñecas de todos.
Guardas el camino de los días
evaporados;
aquel sauce de cobre
oxidado, aquel banco municipal,
su sombra y mi sombra iluminadas de piel nueva y de esperanzas,
la tarde, copiosamente
estrellada de rumores y azules románticos,
y, como un loto negro, imantado,
abierto,
la noche remota,
abrigadora, encerrando la cantidad de nuestras almas.
Ardiendo, como la palma de una mano franca y
tendida,
te das al emigrante. Mucho andar, mucho andar...
como en los cuentos, que no llegaban nunca al pueblo de
las cúpulas de oro.
Álgebras de automóviles te abrazan y te poseen,
teatros y cines
encienden su bullicio, y los cartelones
pronuncian:
Greta Garbo, la
nórdica iluminada y pálida.
Te
sumerges, te elevas, te extiendes, te
lavas el alma,
ciudad.
Hombres y mujeres-niños,
tras las tiendas occidentales,
Gath &
Chaves,11 impasible,
mirando las cinturas de plata del Oberpaur,12
el almacén lírico y tranquilo,
arquitectura desenfadada,
con el número
armonioso del pincel de Matisse.
Desde mi vida, miro el San Cristóbal,13
el cerro que
justifica tu estilo como el acorazado en el puerto;
aquellas lucecitas que juegan a la ola,
los reflectores que, minuto a minuto, se entreabren
como párpados,
y blanca, sola, muda, en lo
más alto, la leyenda de Jesucristo,
blanca, sola, muda.
En
tu jardín de muertos, acostado entre estatuas pálidas,
marchito
está el mejor ramo de flores de nuestra
casa,
y la figura herida que durmió sobre mi corazón una Primavera.
En la juventud de tus parques, yo
escribo
caballos y aspectos de novedad,
llevando la línea de nuestros héroes,
caballos de mármol, en cuyas fauces abiertas,
penetra14 este
viento que tú y yo amamos, mariposa en
Febrero,
la pezuña hincada
y decidida,
los ojos con luz cóncava, llena de amaneceres
y noches inmensas.
Tu orgullo provinciano escala el Santa Lucía;15
recuerdo
mi alegría de siete años,
correteando
a la rueda saltadora
y cómo veía
abajo un mundo pequeñito.
Santiago, ciudad,
despierta y dormida,
dignamente, en ti misma;
abres las puertas;
piscinas, canchas de tennis,
cárceles, fábricas,
el rico todo de oro,
el pobre con
su atado de sombra.
Se produce vida en ti, como en
Constantinopla,
en París, en
Londres, en Ginebra, en Nueva York,
en Roma;
te visitan los acontecimientos y las estrellas,
y acaso una canción sin nombre
o el nombre milenario
de una canción...
1 Coma
en C, p. 80.
2 Barrio
del centro de Santiago, cercano al
río Mapocho, ahora comuna.
3 Importante
avenida
de Santiago.
4 Comuna
de Santiago.
5 Parque
O´Higgins, parque del centro de Santiago.
6 Quinta
Normal, parque del centro de Santiago.
7 Nombre
original de la principal avenida de Santiago, actual Alameda Bernardo O´Higgins.
8 No hay separación
estrófica en C, p. 81.
9 Iglesia San Francisco; junto a ella, el Convento del mismo nombre,
donde actualmente está habilitado el
Museo de Arte San Francisco, dedicado al arte colonial.
10 Iglesia
y Plazuela de Santa Ana, en el centro
de Santiago, calle Catedral esquina San
Martín.
11 "Gath & Chaves, Casas de compras en Londres, París, New York y Alemania," tienda por departamentos
que abre sus puertas en Santiago en 1910, en medio de las celebraciones del Centenario de la Indepen-
dencia y las cierra en la Navidad de 1952, ante la primera huelga de sus empleados; representó en el Chile
de comienzos
de siglo un rasgo visible de la modernidad cosmopolita a la que aspiraba el Santiago de la
época.
12 Edificio Oberpaur, 1928-1929, esquina surponiente de la calle Huérfanos con Estado, muy cerca del pa-
lacio de La Moneda, es la primera construcción diseñada por el arquitecto chileno Sergio Larraín García Moreno en colaboración con su primo Jorge Arteaga, titular
del bufete de arquitectos al cual se le encarga
la construcción. Oberpaur es considerado el primer edificio plenamente contemporáneo de Santiago y Larraín el principal introductor de la modernidad arquitectónica en Chile,
desde su cátedra en la Pontificia
Universidad Católica.
Fue diseñado para albergar
un gran almacén por departamentos, pero no se llevó a cabo.
13 Cerro originalmente llamado Tupahue,
bautizado en honor de San Cristóbal por el conquistador Pedro
de Valdivia; se encuentra entre las comunas de Providencia
y Recoleta, a sus pies el barrio Bellavista, marcando junto al cerro Santa Lucía, parte importante del panorama del centro de Santiago.
En 1908 se instala en su cumbre el Santuario de la Inmaculada
Concepción, visible en gran parte de la ciudad; es
considerado un símbolo de Santiago.
14 "penetrara"
en C, p. 83.
15 Cerro muy pequeño, ubicado en pleno centro de Santiago,
entre las calles Alameda del Libertador Ber-
nardo O´Higgins, Victoria Subercaseaux y Merced. Llamado originalmente Huelén, fue bautizado
Santa Lucía (de Siracusa) por el día en que lo tomó el conquistador Pedro de Valdivia, donde fundó la ciudad
de Santiago del Nuevo Extremo el 12 de febrero de 1541. Durante la Reconquista el gobernador español Casimiro Marcó del Pont instaló en
él dos baterías de defensa, desde uno de cuyos
cañones, con un disp- aro, aún se recuerda a los ciudadanos el mediodía. Desde el siglo XIX, como parte de un gran proyecto de
mejoras urbanas para la celebración del Centenario de la República, el gobernador y escritor Benjamín
Vicuña Mackenna impulsó
su conversión en un paseo para los habitantes de la ciudad:
caminos de acceso, una capilla en su cima, forestación, plazoletas,
fuentes, miradores y senderos.
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